Crónica de Alberto Zerain

Por la mañana temprano tenemos todo preparado para salir en los 4*4 al cambiante camino que va a Askole. En los primeros kilómetros la pista deja avanzar agilmente a los vehículos y surcamos las primeras montañas desérticas conformadas por grandes pedreras y arena. Pronto este paisaje deja paso a áreas verdes que ladean el río a ambos lados y desde donde arrancan robustas montañas de piedras que acaban en glaciares colgados con el remate de la cumbre y que todavía no llegan a los 6.000 metros. El río avanza cada vez más ruidoso ya que a su paso recoge el agua que escapa de allá arriba en caida libre formando hermosos torrentes colgantes. Así que estos pueblos estirados a lo largo de las verdes laderas gozan de buenas posibilidades para la agricultura y de hecho lo vamos viendo según avanzamos: patatas, cereales, frutas, huertos, y el aire que respiran asegura la subsistencia de esta humilde gente.

Es un hecho que el camino por donde transitamos también les da vida y mucha además, teniendo en cuenta que los lugareños pueden así buscar otras posibilidades además de la agricultura, como trabajos de porteo, chóferes o comerciantes. Por eso, no es de extrañar ver a tanta gente en el camino haciendo los trabajos de mantenimiento del mismo ya que se libra una lucha constante contra la fuerza de la naturaleza una y otra vez se empeña en barrer todo lo que pilla a su paso. En esta ocasión, después de pasar unos puentes sobre el río, no nos queda otra que coger los bártulos y seguir andando ya que el destrozo de días atras ha sido importante. Al otro lado del malogrado camino nos esperan otros vehículos, que, no sin dificultades, acaban trayéndonos a Askole. La agencia nos tiene preparado el campamento con todas las comodidades, que, estando donde estamos, no son pocas. Conocemos a los que nos atenderán y estarán con nosotros durante toda la expedición: cocinero y ayudante de cocina. Una vez que lleguemos al campamento base y empecemos de verdad con la montaña, los lujos escasearán.

Antes de cenar damos un paseo por el pueblo y vamos viendo a los porteadores que a partir de mañana comenzarán a transportar gran parte de nuestro equipaje. Afaldu ondoren, Baltoroko kantuak entzuteko parada izan dugu, eta horren ondoren, airean aienatzen ari diren solasak nagusitzen dira kanpamentuan. Azkenean, ohikoa gailendu egiten da Askoleko gau hartan. Goizeko lauretan, denon loa eteten da, kantu erlijiosoak airean zabaltzen baitira, egunsentiari bidea prestatuz. Handik gutxira, zamalarien joan-etorri atergabeak gure lo arina eteten du berriro ere. Goizeko 6etan altxatu gara eta kemenez beterik eta ingurumenarekin guztiz bat eginda, bideari ekiteko prest gaude.

Laster arte.